Placer violento encadenado a lo fugaz.
Un deseo masoquista y a la vez sádico.
Las contradicciones constantes de lo erógeno y el espiritu.
Saboreando los hilos violetas del propio corte. La carne usada como lienzo, como escultura moldeada por el éxtasis, y el tiempo penetrandome la adrenalina que carcome el ánima.
No veo motivos para negarme a la sed que pulsa en dónde los dedos nunca llegan a rascar.
¿Por qué desviar la escucha de mi hambre de consumo intimo y mórbido de la piel?
La existencia se evapora en cada inyección desvirgada, en cada bocanada impura, sepultando elegante la lujuria que me recuerda que soy mi animalidad, el comienzo de un fin inagotable.
Arte ilustrativo: "A adictiva"
martes, 25 de junio de 2019
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