jueves, 4 de octubre de 2018

Jorge el curioso - Argos

     Mi nombre es Jorge, yo nací en rosario, pero no me crié ahí… al poco tiempo de mi nacimiento, mi madre se va al Sur en busca de estabilidad económica. Padre nunca tuve, ni siquiera un mísero recuerdo de su cara, sólo tengo las historias que me contaba mamá. -“Tu papá no te quiere, cuando se enteró que estaba embarazada se fue. No te quiere”-, decía mamá cada vez que le preguntaba por curiosidad. Era sólo curiosidad, yo veía a los compañeritos de mi escuela con sus dos papás y me ponía a pensar, “¿Por qué papá no me quiere?”, todo esto solo por curiosidad, la verdad que no me importaba tener un papá, bah, que se yo, no sabía lo que era un padre, así que no me despertaba más que una intriga que poco a poco se iba haciendo más punzante.
     Hoy mi madre murió, tuvo una intoxicación. Por dos días seguidos estuvo en su habitación, nunca había estado tanto tiempo encerrada, pero para mí era normal que se encerrara en su pieza, ella tenía depresión y solía quedarse encerrada para que no la vea llorar, igual yo sabía que se encerraba a llorar, pero no quería que se enterara que yo sabía, tal vez si se enteraba eso la ponía peor.
     Ese día pensé que se había enojado conmigo y no me quería hablar, pensé que no me quería ni ver. Igual ni me molesta, yo ya estoy acostumbrado a que no me quieran ni ver, pero, por curiosidad golpeo la puerta del cuarto de mamá y nadie me contesta. Ya estoy acostumbrado a que no me quieran ni hablar, uno se siente muy solo, pero yo no estoy en una torre de marfil o no sé qué mierda, a mí me importa mucho que los demás me den bola, en verdad, no tengo ningún problema en decir que me importa mucho la opinión ajena, sí que me importa, mucho, y que sea buena me hace mucho bien, no quiero ser hipócrita ni nada.
    Un olor repugnante me atacó a las narices a penas abrí unos centímetros la puerta. Entro y la veo con la mitad del cuerpo en la cama y la mitad en el piso. Vi el frasquito en su mano y al instante me di cuenta de lo que había hecho. Se mató. Me puse triste, pero mamá se hubiera enojado si lloraba, ella nunca le gustó que llorara. Cuando era niño y me mandaba mis macanas bobas, típicas de niño, cómo ir a comprar y que el almacenero me cobre de más, ¡uff, mamá se volvía loca con esas tonteras mías!, me daba mis buenas nalgadas y coscorrones, y me mandaba al almacén a hablar con el almacenero a que me devuelva la plata. “¡Hágase machito, carajo!, me decía mientras me tironeaba del jopo. O si no cuando me caí y me rompí el cúbito. Ahora no recuerdo si la fractura fue por el golpe o fue mamá tratando de corregirme y de hacerme machito. A pesar de todo el esfuerzo que hizo mi mamá tratando de corregirme y llevarme por el buen camino, le fallé. Yo soy lo contrario a lo que se dice “machito”, pero no es culpa de mamá, ella hizo lo que pudo.
     Que valiente mi mamá. Papá no la trataba bien, se fue lejos de su casa, con un hijo, al cual no quiso su propio padre. Yo me hubiese matado antes.
     Que valiente fue mi mamá. Yo la quería más tiempo conmigo, era la única persona que tenía, nunca nadie me entendió jamás como mamá.
     Yo soy un cobarde, no salí a mamá, desde chico lo soy y esto me ha impedido hablarle a las chicas o hacer amigos, hasta en el trabajo soy cobarde, no me animo a hablar con mi jefe, no me animo a pedirle favores a mis compañeros, le tengo miedo al desempleo, tengo miedo a fracasar en todo. Pero mamá no, mamá es muy valiente.
     Ella siempre me incentivó a pelear por mis sueños, a pelear por mi creatividad, por mi imaginación. Si, pelear por mi imaginación. Sé que suena raro, pero yo soy un tipo muy curioso, muy imaginativo. Me encantan las artes, todo tipo de artes, música, cocina, pinturas, pero mi favorita es la poesía, se me ocurren varios versos durante el día y ni que hablar durante las noches de insomnio. Por esto leo mucho la biblia, me encanta leer la poesía de la biblia, me parece maravillosa, la leo todos los días.
     Una mañana, en la iglesia que íbamos  con mamá, por qué nosotros somos muy cristianos, le dije al pastor que yo veía a Jesús como un poeta, que expresa su enseñanza a través de parábolas y al diablo como un comediante que se dedica a entretener al público. Yo sabía que no le caía bien a la gente de la iglesia, ni siquiera al pastor, mi mamá también sabia eso, pero no faltábamos por nada, somos muy cristianos nosotros, como dije.
    Yo sabía que ella no se iba a animar sola, así que la ayudé, al fin pude ser el machito que necesitaba mamá que fuera. No me da vergüenza para nada decir esto, yo sabía que mamá quería que la ayude, yo sabía que quería esto, ella me lo decía, no con palabras, pero si con su caminar, con su mirada, con el encierro de su alma y de su mente, con su silencio.
    Entré a su pieza y me fui directo al último cajoncito de su armario donde tenía una farmacia en miniatura y puse unas píldoras de cianuro de potasio, conocida como la píldora del suicidio o píldora letal, haciendo justicia a su labor. Por curiosidad entré a una página de internet que tenía información de la pildorita. “La muerte cerebral ocurre en minutos y los latidos del corazón cesan poco después”, rápidamente al leer esto pensé en mamá. “Es lo que ella necesita” me dije. ¿Y qué es lo que yo necesito?. Yo necesito ver a mamá en paz, ella sufre mucho. Pero… es tan valiente mamá.
    Mi mamá me dijo la tarde anterior a que se quedara encerrada en su habitación, que papá seguía viviendo en Rosario, me mostró unas fotos de él, de cuando estaba embarazada. Estaban juntos y se los veía felices. Ahora que lo conozco, puedo preguntarle por qué no me quiere.
 Tal vez sea momento de ir a visitar a papá… sólo por curiosidad.

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