martes, 14 de mayo de 2019

Lo esencial es invisible para los ojos. - Argos

Estamos presos por las apariencias. Apariencias impuestas. Nadie queda exento de tales injurias perceptuales. ¿Cuál será el motivo?. ¿Porqué sólo las personas "lindas" pueden ser buenas en lo que hagan? (obvio esto no es así), tenemos un grave problema con los sesgos cognitivos que atan nuestras conductas. Es imposible salirse de su remolino, de la limitación cognitiva en la que estamos impregnados. Lo esencial aquí, es darse cuenta de nuestra propia limitación, de nuestro propio sesgo cognitivo, de cuando es evidente de que nos cierra los ojos, haciéndonos creer por el contrario de que los tenemos bien abiertos.
¿Porqué pensamos que las apariencias físicas de una determinada persona nos dicen de ella todo lo que necesitamos saber?, ¿a caso nos creemos en derecho de nuestras sentencias a juicio para con el otro?, ¿le tendremos que echar la culpa a la biología por algo que viene desde nuestros comienzos como animales o a una cierta manipulación sobre las masas por parte del negocio del cine, la moda y todo lo que pretende vender moldes prototípicos del "ser hombre" y del "ser mujer", del "ser humano" de una determinada época, de un determinado contexto socio-histórico y político?.
Es obvio que este hecho lastima, discrimina y es excluyente por demás..
Ya es hora de desatarnos de las ataduras de los estereotipo, de nuestras propias ataduras mentales, y la única forma de hacerlo es darse cuenta que somos prisioneros de nuestros prejuicios, en primer lugar, y en segundo lugar, que el trabajo sobre nosotros mismo es lo que nos permitirá poco a poco dejar de ser tan podridos en nuestra forma de actuar y compartir. La auto-observación es totalmente necesaria, pero no suficiente, el trabajo, la puesta a prueba con total pasión es lo que termina de completar el proceso de recuperación (con proceso de recuperación me refiero a dejar de tener actitudes de facho de mierda). Para mí, un proceso de recuperación, de desintoxicación de los prejuicios sobre nosotros y sobre los que hacemos inconscientemente hacia los demás consta de dos pasos, como dije antes. El primer paso es el darse cuenta, el segundo es trabajar para hacer un cambio interno y por último exteriorizar el cambio en nuestro entorno, con los "otros", con los cuales la vida nos pone a prueba todos los días de nuestra vida. Una vez un amigo me dijo que "a esta vida venimos a aprender", y si no le pegó en el clavo, pasa raspando. Yo no sé a qué venimos a esta vida. Lo que me gusta pensar aunque a veces soy contradictorio conmigo mismo, es que lo mejor que tiene esta vida es el poder conocer personas y sus mundos llenos de historias, pero es esencial primero, conocer nuestras propias tierras, cultivarlas, cuidarlas, no contaminar nuestro propio ecosistema, y luego de ser responsables de nuestro propio mundo, salir a explorar cada mundo con los que nos topemos. Algunas personas serán sólo cometas que están de pasada por nuestra atmósfera, otros serán como lunas, que estarán con nosotros durante nuestro desarrollo. Otras personas serán como estrellas iluminando nuestro camino, aunque tales estrellas hallan muerto hace años. Navegar en los ríos de la vida no es para nada fácil, aún sabiendo que es nuestra primera vez (aunque para algunas culturas y pensamientos filosóficos-religiosos no es nuestra primera vez viviendo y tal vez no será la última). Después de todo como dice Gandalf en "La comunidad del anillo"; ni el más sabio conoce el final de todos los caminos, en síntesis, le tememos a lo desconocido, y tal vez por eso, nos dejamos llevar por las apariencias, buscamos incesantemente lo conocido. "Más vale malo conocido que malo por conocer" dice una frase muy famosa en mi país, Argentina.
Para terminar me gustaría hablar de la frase de "El principito". Aunque no lo he leído hasta ahora, me parece algo de lo más acertado, y de lo cual tendríamos que tener en mente todos los días de nuestra vida hasta el ultimo segundo del final del cuento que cada uno de nosotros venimos a narrar.

—Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
—No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
—Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.
 —Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.
Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
—Es el tiempo que yo he perdido con ella… —repitió el principito para recordarlo.”

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