Un tren sonaba, ya era muy tarde, hasta la luna dormía.
El alcohol se mezclaba con las lágrimas y se confundían los sabores.
Una mirada pensativa, ahogada en el intento desgarrador de soñar tranquilo.
Unas ganas furiosas de escapar del silencio absurdo de las estrellas, de la soledad fría que penetra hasta los huesos.
Buscaba un anzuelo en forma de recuerdo, un vínculo que lo ate, un amor que le dé un golpe tan fuerte en la cara que lo despierte de la pesadilla.
Tal vez una adicción que le nuble el peso de la roca, que lo motive al conformismo.
Mientras escuchaba la lluvia o tal vez un recuerdo de ella, se miró al espejo y no vio nada.
-Perdóname Dios... o simplemente mira a otro lado- se escuchó en la habitación, como un trueno contra un árbol, como un disparo a la cabeza.
domingo, 24 de junio de 2018
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