Navegando con el cielo ambiguo y la frialdad del océano,
figuras serpentinas me llevaron al ocaso donde la luz se oculta tras cada día.
Entré en pánico cuando vi que era ella quien sostenía la batuta y dirigía la sinfonía fantasmal de mi orquesta.
Vi en sus mil rostros el suplicio de sufrimiento moral,
y no sería el miedo lo que me matase al final,
si no, la espera, la espera de un castigo que nunca llegaría.
Arte ilustrativo: Agradecimientos a "Marea Negra"
martes, 28 de mayo de 2019
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