Esperanzado mi corazón llora.
Mi vida, mi amada, no te alejes de mi soledad.
Encarcelado al tiempo mi llanto.
Mi vida, mi amada, llévame, pues tuyo soy.
En el silencio que separa y en las palabras que nos unen,
mi beso, mi sangre, mi humanidad te doy.
¡Ay de mí! ¡Atesorado azar!
En la tormenta, derramo lágrimas sobre tu espalda y veo amainar el viento que descansa en tus mejillas.
En las aguas que golpean o en las aguas que bailan tal vez mi canto muera joven.
Aunque la muerte queme mis pensamientos,
no hay fuego alquimista que transforme en cenizas mi amor.
¡Pues en palabras me entrego, tuyo ya soy!
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